sábado, abril 30, 2005

Diga 33

Desde hace casi un año llevo arrastrando la típica enfermedad a la que podríamos calificar de no-grave, pero sí bastante incómoda.

Son unos minúsculos puntos en el cuero cabelludo, que de cuando en cuando sueltan un latigazo de dolor punzante y seco, después pasan un cierto tiempo en estado latente, y cuando menos te lo esperas vuelve el dolor. No desaparecen.

Llevo tratándome desde hace varios meses. La dermatóloga que me ha tocado en suerte gracias a la seguridad social es ciertamente incompetente (como buena funcionaria que es). Lo primero que me preguntó al ver los puntos fue:

- ¿Está usted en contacto con animales de granja?

Personalmente soy incapaz de diferenciar una vaca de un burro, un gallo o un cordero a no ser que vea las fotos de ambos con su nombre genérico debajo; y nunca he visto uno de esos bichos en vivo (no creo que una vaca sea un compendio de txuletas y filetes). Y como la zoofilia también está completamente descartada, respondí con un "no" rotundo. Aún así la doctora me mandó unas pastillas que servían para personas que entran en contacto con este tipo de animales. Los efectos de éstas eran titánicos: una sóla pastilla me dejaba grogui durante varias horas, y además tenían el efecto secundario bien marcado en las instrucciones de que un uso continuado de estás empeorarían aún más mi ya de por sí maltrecho hígado.

Pero las tomé, teminé el tratamiento y el problema sigue ahí.

Cortarse el pelo con este problema se convierte en una auténtica demostración de estoicismo, y cosas tan leves y tan necesarias como una caricia también generan dolor cuando la enfermedad pasa por el ciclo fuerte. No sé cuál podrá ser el motivo de que esto pase por ciclos: no sé si pasa cuando el atleti juega en casa, cuando algún líder espiritual la palma o cuando bajan los índices bursátiles pero es así: unos días no notas nada y otros tienes que tener mucho cuidado para no apoyar la cabeza en ningún sitio.

Esto incluye también la almohada. Hoy he tenido uno de esos días, y cuando pasa duermes poco y mal. Luego está la molestia contínua, que te impide pensar con claridad y te vuelve más sedentario (el dolor va a ser el mismo si te quedas en casa o sales a la calle a hacer cualquier cosa, pero te quita las ganas de salir). Y a mí, por lo menos, este problema ya está empezando a minar mi ya de por sí escasa voluntad. A veces pienso que esta mierda no se me va a quitar nunca. Ahora mismo lo estoy pensando.

¿Es grave, doctor?

Suena Le Mans La balada de la primavera

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Por qué no probás a quitarte la boina un tiempo, boludo?
Podés sustituirla por un pañuelo al cuello, un tatuaje...
Intentá no comer setas, champiñones,...etc.
Las pastillas azules, que mandan en estos casos, usalas como lavavajillas.
Me quedé sin consejos.
cuidate pibe

Gamo P. dijo...

Creo que despues de mencionar a Manolo Garcia, no crei q pudieses caer mas bajo Polo...

... pero imitar el habla argentino. Pffffffffffff

Me disculpo pues.