jueves, abril 07, 2005

"¡Esta es / la Juventú española!". Travesía iniciática con chicos del Opus Dei en la submeseta Norte (y 2)

La mayor parte de los invitados pertenecían a esa execrable parte de la masa social que encaja dentro de los cánones del Buenrrollismo: Cantautores, Boy Ejcauts, jugadores de rol, lectores de libros de género medieval fantástico, fans de Mago de Oz y demás desechos sociales. Pero destacaría de entre todos a alguien a quien llamaré Borja.

Borja era un hombre de unos treinta y siete años, militante del Partido Popular y coordinador de una Organización no gubernamental que trabaja con niños y gente necesitada de la geografía española. Bueno, no con todos porque (cito palabras textuales) no trabajamos con enfermos de Sida, que nos dan un poco de repelús. Yo asentí con la cabeza dándole toda la razón como realmente merecía, y todos y cada uno de vosotros seguramente habríais hecho lo mismo. También le comenté que admiraba su labor, pero que yo sólo trabajaría con una ONG que atendiese a los niños de EEUU, porque no podría consentir que se levantasen por la mañana y bajasen al salón del chaletito con vistas al lago Mitxigan o cualquier otro sitio donde viviesen y no encontrarse con un tazón de Frosties encima de la mesa. Él se me quedó mirando con una cara que expresaba algo así como "Este chico es gilipollas", a lo que respondí a su vez con otra que expresaba un "pues sí".

Borja dormía en una habitación de cama doble para él sólo, y lo hacía con un rosario entrelazado entre las manos, porque sabía diferenciar entre la escoria que dormía hacinada en una sóla habitación (el resto) y los auténticos señores (él mismo). Otra de las habitaciones correspondía para mi amiga sola porque, ¿cómo iban a dormir siete chicos jóvenes con una chica en la misma habitación? Esto debió hacer que se sintiera algo aislada y marginada e hizo que se fuera al día siguiente de vuelta hacia la capital. Pero yo no, tengo un bloj que escribir y necesito de todas las anécdotas y vivencias posibles para poder contároslas a vosotros. Además, ¡qué coño!, estaba empezando a sentirme en mi salsa.

Pero estaba hablando de Borja. Borja amaneció un día impecable, con una gota de colonia resbalándole patilla abajo y un pijama estilo Carrefour (es decir de confección francesa) azul con tres botoncitos en la chaqueta. Todos nos giramos y se oyó de fondo un "joder Borja, elegante hasta para dormir", a lo que él respondió: "Es que le he dicho a mi madre que me preparase un pijama moderno, que iba a estar el fin de semana con gente joven". Pfffffffffffffffffffffffffff he mencionado ya que tenía 37 años?
Borja tenía como otra afición la de asistir a misa dos veces al día. Supongo que tendría un pasado tortuoso del que necesitaba limpiar su alma a menudo.

Volviendo a la fiesta en general, se abría con juegos de quinceañeros que los Boy Scouts comenzaban a preparar para animar a los asistentes entre los que yo me encontraba. Mientras paladeaba mi primer Brugal con limón de la noche, decidieron ante la algarabía de todos los presentes hacer que todos comenzasen a imitar los gestos que hacía el líder, y uno de ellos debía buscar quién era el líder. Si acertaba, al antiguo líder le tocaba el papel de investigador de estupideces. Después, cambiaron a otro juego de quinceañeros llamado Sicólogo donde uno se encargaba de hacer preguntas a los demás para averiguar qué les pasaba. En ese momento tuve esa sensación que seguro que todos y cada uno de vosotros habréis tenido alguna vez: la de creer que has sido absorbido por un agujero negro, y cuando vuelves a recuperar la conciencia te das cuenta de que estás en medio de un capítulo de los Tweenies. Pero en pos de integrarme en el corpus marchoso del grupo decidí hacer de investigador-víctima de este juego, y sin remisión pasé a hacerles preguntas, entre las cuales la más repetida de todas ellas era:

- ¿Eres virgen?

- ¿Pero virgen de qué?

- Virgen de no haber mantenido una relación sexual completa con coito incluído.

- Ah, pues entonces sí.

Todo esto con la deleznable tonadilla de la guitarra acústica del típico cantautor-animador de fondo, entremezclado con los gritos en si bemol y los solos de eléctrica que despedía el equipo de música. Ah, ¡qué bonitos recuerdos que podré contar a mis nietos!

Pero he querido dejar para el final una sentencia clarificadora que soltó el miembro del Opus al que llamaré Pere Pistatxos mientras nos conducía de vuelta a Madrid. Hay que entroncarla en medio de una conversación acerca de jefes y empleados que Borja y Natxete estaban teniendo entre ellos. En ese momento Pere Pistatxos, no soltó el volante, pero sí su frase lapidaria cuando le pidieron su opinión:

"Es que yo creo en una sociedad en la que no haya ni jefes ni empleados".

Tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no despollarme de risa en ese momento, pero siempre que pienso en ella aparece una tierna mediosonrisilla en mis pequeños labios.

Aquí termina mi boceto de ensayo acerca de la juventud creyente del país. Espero que os haya ayudado a comprender mejor su forma de vida y sus hábitos.




Opusinos pasándoselo pirata

2 comentarios:

Chopenjagüer dijo...

Sangre, sudor y lágrimas.

Anónimo dijo...

Brillante, caray.