jueves, mayo 12, 2005

Senén te sis nens i set nenes

¿Y qué pasa si me llamo Pere? ¿No tenéis corazón?


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Por ahí debajo pasan las hormigas. No las molestes, están llevando comida a su reina. A una reina nunca se la molesta. Aunque venga a la frutería dando gritos y tirando las fresas al suelo y dejando el suelo rojopegajoso. En realidad lo que hacía era ayudar a las hormigas. ¿No lo ves? ¿Pero qué hay de malo en llamarse Pere? Y ahora pasan formando una hilera, una detrás de otra. En el colegio nos teníamos que poner igual, nos poníamos en fila india y los profesores venían y nos contaban. Y los otros niños me llamaban Pere y se reían. Y los profesores me llamaban Pere y se reían. ¿Tampoco sabes por qué? ¿Es que está prohibido llamarse Pere? Entonces empezaba la clase de gimnasia y nos poníamos el chandal y venían las chicas, decían tengo hambre me mordían y se iban y me dejaban las marcas de los paletos en el cuello. Y luego empezaba la clase de ciencias y el profesor decía que todos somos el setentaporciento de agua y un niño decía pues seguro que Pere tiene más agua y el profesor le decía cállese pero yo veía que se reía por dentro. ¿Por qué voy a tener yo más agua? ¿Porque me echaron agua en la iglesia antes de llamarme Pere? Pero luego llegaba a casa y mi madre me acariciaba me sentaba en sus rodillas y me decía no te preocupes es que el ampurdán esta lleno de charnegos y yo no sabía lo que era un charnego pero eso me tranquilizaba. Y una vez le llamé charnego a un niño del colegio y él llamó a otros dos chicos y me pegaron mucho y me llevaron al médico que dijo esta hinchazón no es normal y me dijo tienes paperas y se reía. ¿Por qué los que me pegaron no la tenían? ¿Es que las paperas sólo puede tenerlas Pere? Así que mi madre me sacó del colegio y empecé a ayudar en la huerta y recogía las manzanas y los limones y los llevaba con la carretilla a la tienda de papá y la gente me decía mira Pere siempre con otras frutas y se reían. Y un día mi padre me dijo hijo yo ya no puedo trabajar quédate con la tienda y yo me la quedé y traía la fruta y la vendía y la reina siempre venía a comprar y yo le decía qué quieres reina y ella se reía y así pasó el tiempo y cada vez venía más y siempre le decía qué quieres reina y un día me dijo quiero doscientosgramos de tí y me guiñó un ojo y le dije no estoy en venta y me dijo tengo mucho dinero y no hay fruta por exótica que sea que se me resista y me puso la mano ahi abajo y me puse rojopegajoso y la empujé y me dijo no sabes con quién estás jugando polaco de mierda y me tiró las fresas al suelo y así.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante y profundo.