miércoles, mayo 11, 2005

Al amanecer, asaré cena mala

Querido diario:

Hoy he tenido uno de esos insulsos días que tanto abundan en mi trayectoria vital. Me he levantado pronto, me he echado agua en la cara y me he mirado al espejo sin soportar lo que estaba viendo, deseando haber sido una persona bella y vacía. Una vez que he desayunado y me he lavado los dientes me he tranquilizado pensando que, al fin y al cabo, podría ser peor. Podría haber sido una persona poco agraciada y con inquietudes, con ese desalentador eufemismo que se engloba en "tener un rico mundo interior". Al fin y al cabo, ser feo y superficial no está mal del todo.

Así, me he encaminado al lugar donde transcurren todas mis tardes desde comienzos de este año: la Escuela Oficial de Idiomas, ande tiro cinco horas cada día de mi vida estudiando lenguas a las que difícilmente les saque rédito y utilice alguna vez. Entre mis compañeros ya se empieza a majcar el nerviosismo preexámenes, sobre todo en los de ruso. Esa maldita lengua es tan endiabladamente lógica que te exige fuerza de voluntad para ser estudiada en casa, y ninguno de nosotros lo ha hecho. Tengo quince días antes del examen para aprenderme la plantilla de su sistema casual. O si no, tirar un dado y poner una terminación al azar en cada una de las frases no me parece un mal sistema.

Una vez finalizadas las clases y con mi habitual Necesito-un-par-de-cigarrillos engatusé a una de mis compañeras de ruso a la que llamaré ПИЛАР para tomarnos un piscolabis. Ella a su vez me comentó que los chicos de Rodilla se habían sacado de la manga una nueva delicatessen: Sángüich de Hilado de Jamón con salsa de higos, nada más y nada menos. Hacía que no pisaba un Rodilla más o menos desde que empecé a perder la fe en la carrera que estaba estudiando (para entendernos, cosa de más de tres años), por lo que mi primera pregunta fue, obviamente: ¿Qué pasa? ¿Que se han dejao loj cuartos pa fitxar en la cocina a Ferrán Adriá?

No sé por qué, pero ПИЛАР se rió, yo se lo estaba preguntando completamente en serio. Coño, que es una cadena de comida rápida, esos nombres tan rimbombantes no son necesarios. Es una cosa que me suele pasar a menudo; supongo que es una de las desventajas que tiene ser un maldito bufón.

Una vez dentro del restorán, ПИЛАР empezó a contarme txajcarrillos referentes a su etapa de dos años en un país al que no sabría señalar con precisión y también con el índice en un mapamundi, sin que por ello tenga que verme tildado de ciudadano medio norteamericano: Armenia, país donde estuvo perfeccionando su vocación artística: tocar el piano. Además de eso tenía que comer y, mientras estábamos deglutiendo ese engendro de emparedado de tiras de jamón con mermelada morada (que de haber estado solo y de no haber sido ensalzado por alguien semidesconocido para mí como lo es una compañera de ruso, lo habría tirado directamente a la basura; pero mi capacidad de demostrar exactamente lo contrario de lo que pienso de verdad -algunos lo llamaríais hipocresía pero en fin, no quiero entrar en matices superfluos- hizo mostrarme encantado), me habló de su gastronomía típica.

Cuando citó el plato de pezuña de vaca cocida hasta tal punto de quedar gelatinosa y después ir sorbiendola poco a poco, fue demasiada tensión multicultural para mí. Yo, que he llegado a comer brotes tiernos de alfalfa en restaurantes vegetarianos (pagados a precio de oro, todo sea dicho). Yo, que pensaba que si algún día me encontrase con un aborígen del amazonas (si se pueden llamar así) que me dijese: mira, estoy comiendo termitas fritas, iba a responderle con un Me parece muy bien y pasaría a su lado como si nada, reconozco que sólo la imagen mental que se me pasó por la cabeza en ese momento hizo que en mi estómago se formasen siete nudos marineros, haciendo que cortase en seco esa conversación con un profundo y desgarrado QUÉ ASCO.

A partir de ahí, ver cómo se desplomaba mi májcara de falsa tolerancia fue coser y cantar.

3 comentarios:

Gamo P. dijo...

No te preocupes por el tema de la belleza, todos sabemos que eso no es lo importante. Adémas todos sabemos que la gente guapa no tiene valores por lo que tú debes estar supercontento de ser uno ¿no?


Respecto a lo de nombres rimbombantes de restauranes de comida rápida: yo sigo aferrandome al que más gracia me hace de todos que sigue siendo el McPollastre (pronunciao /macpollastra/). ¡Qué ganas de empezar Catalá el año que viene!

maria dijo...

Pero lo peor debe de ser der bella y con inquietudes. No esperan todos vacuidad?

Chopenjagüer dijo...

No lo sé, si tuviera que moldear una escala de valores empezando por la élite que tiene más fácil alcanzar la felicidad, e ir bajando poco a poco y terminando por los más horrendos desechos sociales, la posicionaría así:

Élite: - Gente guapa superficial sin inquietudes de ningún tipo. Se correspondería en general con banqueros, modelos, vedettes y Ray Loriga.

Vulgo pseudoelitista: - Gente fea superficial sin inquietudes de ningún tipo. Ejemplos: Amargados, cínicos, cantantes de tontipop, estudiantes de económicas y Fernando Vizcaíno Casas.

Élite moral: - Gente guapa con hondas preocupaciones de cualquier tipo. Ejemplos: Actores y actrices del Jólibud independiente, pancartistas pro liberación del pueblo sajaragüi, pijas militantes del Psoe y Aitana Santxez Gijón.

Alienados: - Gente fea con un bellísimo mundo interior que a nadie le interesa y que son incapaces de comunicar al resto del mundo. Ejemplos: ratas de biblioteca, bebedores de cerveza checa, fans del jevimetal heroico, jugadores de rol, activistas de Greenpeace y Maruja Torres.