jueves, mayo 19, 2005

Los romanos son amor, Sol

Hoy he sufrido una de esas extrañas sensaciones vitales que te hacen echar la vista atrás. Sucedió cuando iba tranquilo y caminando parsimoniosamente por la acera camino de la escuela oficial de idiomas para asistir a mi clase de inglés escuchando en el discman alguna obra maestra del calibre de Ocean Colour Scene, Amaral o tantos otros grupos que se reproducen en el humus colectivo de una sociedad desarrollada. Pero las pilas ya no dieron de sí lo suficiente como para seguir leyendo el cd, con lo que tuve que cambiar al modo "Radio" para seguir dándole algo de movimiento a mis oídos. La emisora que apareció por defecto estaba pinchando una canción de 2 Unlimited; si no recuerdo mal era nada menos que No Limits -no puedo asegurarlo porque la escuché ya empezada y no logré captar el mensaje de la canción en su conjunto-. Y en ese momento mi maquinaria cerebral empezó a desempolvarse por primera vez en semana y media (siendo muy generosos). Digamos que mojé la madalena en la taza de té de mi mente y afloraron los recuerdos de mi tierna juventud y fin de la infancia.

Recordando cómo nos esforzábamos por moldear con las manos en la tierra un circuito apto para jugar a las chapas de ciclismo, mientras las chicas más vanguardistas de la época saían a la calle con sus camisetas cortas y ceñidas marca Bones y Powell Peralta, con sus güesos entrecruzados y sus calaveras con cara de enfado. Esas chicas que se reían de los escasos especímenes que empezaban a perder su puesto entre la Juventud porque todavía llevaban chapas de Acids de colores incrustadas en sus chaquetas. La moda ya devoraba a sus súbditos, aunque yo era aún demasiado joven para percatarme de ello. Y una vez que habías empezado a jugar fijando las reglas "no valen redondillas", "si te sales del circuito te retrasas dos palmos", un Renault 7 nuevecito con matrícula CA y con las ventanillas bajadas en pleno invierno inundaba el ambiente con las melodías que se desperdigaban desde su cassete de dos kilogramos de peso; canciones sacadas del Boom 5, el Máquina Total 3***, el Ibiza Mix o cualquier otro disco recopilatorio que recogiese las canciones del momento. Y en aquel ambiente se respiraba felicidad.

Qué tiempos, cuando te ibas a la cama con la excitación que te entraba al saber que al día siguiente no irás al colegio porque es un día festivo. Qué alegría cuando uno de tus amigos se compraba una videoconsola de última generación y subías a su casa muy de vez en cuando a etxar una partida al Altered Beast o al Bubble Bobble, mientras su madre te guiñaba un ojo y te traía un vaso de Pesicola (¡todo un lujo!). Videojuegos que hoy en día puedes encontrar en la última planta del Museo del Diseño londinense, expuestos como obras de arte, entre posters de Saul Bass y sillas-de-la-era-espacial al más puro Sixties style.


Sillón reposapieses de diseño

2 comentarios:

Chopenjagüer dijo...

*** ¿Alguien puede aventurarse a decir una cifra exacta acerca de cuántos números duró la serie de discos de Máquina Total? Mi apuesta personal y a ciegas (guiado sólo por los recuerdos de los anuncios que veía por la tele): diría que fueron 7.

Anónimo dijo...

Como mínimo 9 (en el que una tal Rebeca cantaba el moderadamente famoso 'Duro de pelar'). Algún día habría que investigar qué fue de toda esa gente tipo Scatman John, Whigfried o la propia Rebeca...