martes, noviembre 16, 2004

Fashion Victim

Cada día estoy más seguro de una única cosa: soy un completo retógrado que sería muy feliz sentado en un banco de un parque cualquiera, mantenteniendo agrias conversaciones con gente de la tercera edad, y jugando o comentando partidas de petanca durante el resto de mis días. Pero hay algo, una especie de maldición cíngara que me arrastra sin remisión hacia los caminos de la posmodernidad y que borra del todo cualquier tipo de apego hacia una vida sana y feliz.

Hoy he estado en la Fnac con la firme intención de desarrollar un poco mi faceta de degustador de obras maestras de la música del siglo pasado y comprar Maiden's Voyage, un estupendo disco de Herbie Hancock. Os pondría algo de la vida, obra y milagros de este señor ya algo acartonao pero, qué coño, para eso ya está el google si queréis buscarlo; basta decir que muchos seguramente habréis oído alguna vez su Cantaloupe Island o alguna de sus innumerables versiones, desde la que hicieron Pucho & the Latin Soul Brothers en su tiempo hasta la que, si sois mucho más modernos y buenrollistas, sacó ese grupo de raperos a mediados de los noventa llamados Us3 y seguro que todos conserváis en alguno de vuestros dijcos de la época, bien recopilados como el Boom 7, bien entre los de 2 Unlimited, M People, Culture Beat, Real 2 Reel y tantos otros grupos de culto que dio esa (afortunadamente lejana) década.

Lamentablemente, como siempre que me paso por la Fnac con un objetivo claro entre ceja y ceja, no doy con él, así que me doy el típico paseo por el itinerario Música clásica - Músicas del Mundo - escaleras automáticas que bajan a la sección de discos Pop-Rock y me quedo en esa planta, mirando a ver cuáles son los artistas que parten el bacalao ahora, si sigue estando Manu Chao en las listas de más vendidos de la Fnac con el disco que sacó hace 5 años o ver si Fil Colins había sacado nueva OST de alguna peli de Disney. Así me encuentro con un disco que me llama la atención. China Soul, disco del que no había escuchado ninguna canción antes, pero sí del artista que lo ha perpetrado, Pedro Vigil. Su anterior disco, Exquisita Decadencia me había gustado bastante, ya que la gran mayoría de sus canciones tienen un cierto toque sesentero, de Lounge, y además no metía demasiados sitares, didgeriduses, vibráfonos y demás mierda moderna que tanto le gusta al joven compositor español medio. El sonido Lounge siempre ha sido cálido, alegre y estresante a la vez, como si fuera una máquina blanda de demoler subconscientes (siempre he pensado que los sajones idearon el Lounge con vistas a un posible invierno nuclear). Y este Exquisita Decadencia tenía además el acierto de que alguna de sus canciones hacía que pensases en la época en la que existían aún platillos volantes, que sobrevolaban una megalópolis en blanco y negro colgados por un hilo a veces invisible y otras no, dependiendo de la pericia del cámara. Así que recordé todo eso de golpe, ví su precio (unos asequibles 9 euros)y lo compré.


Jamás escarmentaré. Qué craso error. La próxima vez me pongo una trampa-para-ratones en la cartera y no la quito hasta que compre sólo el disco que voy a buscar.

Aunque mirándolo por el lado bueno ya casi tengo la trilogía de canciones que el Vigil este dedica a los grandes maestros del cine japones Aquira Curosagua, Llasujiro Ozu y Quenlli Mizoguchi pffffffffffffffffffffffffffffffff




El Disco Malo



El Disco Bueno

1 comentario:

Gamo P. dijo...

Necesito un poster, camiseta, chapa o sealoquesea de merchandaisin del osopanda-arturofernandez.