miércoles, septiembre 10, 2008

¿Serendipia? No lo creo

Nos han repetido siempre, por hache o por be, que la noticia es que el berro muerda al hombre y no al revés. No sería noticia, por tanto, saber que la realidad supera a la ficción en infinidad de ocasiones; sólo hay que leer la prensa diaria (da igual que sea "seria" o "deportiva") para darnos cuenta de ello. Pero hay algunas (escasas) ocasiones en las que la ficción sirve de piedra de toque para entender la realidad.

Un ejemplo: todos tenemos grabado en la memoria la imagen de las protestas estudiantiles en la plaza de Tiananmen (天安門廣場platz) en las que un joven, valientemente armado con una bolsa de plástico en cada mano, se cruza en el camino de un tanque impidiéndole el paso. Éste, en un inesperado ataque de civismo, decide frenar en seco en vez de pasarle por encima. Después intenta hacerse a un lado, bordearle como si se tratase de una rotonda, dar marcha atrás, llamarle espabilao en mandarín y pegar un par de bocinazos. Pero nada, no hubo forma. Además, este chico decidió subirse al tanque para tener su rifirrafe dialéctico particular con el piloto. Un par de frases después baja del tanque.

Estas imágenes causaron un gran impacto por todo el mundo (también en España), generándose dos grandes corrientes de opinión: los que (cada vez más) defendían que era un símbolo de la defensa de la libertad contra la tiranía del régimen comunista chino, corrupto y devorador de minorías y derechos humanos; y los que (cada vez menos) opinaban que era un hecho aislado de un grupo de malcriados rebeldes de pacotilla, que seguro que lo que tenía este chico en las bolsas eran botellas de güijqui y cocacola, regalado por la embajada de Estados Unidos como medida contrapropagandística y se disponían a hacer botellón en la plaza y, ya de paso, mancillar el inmaculado sistema revolucionario chino. Pero ambas opiniones se separaban de lo realmente importante, que es encontrar las causas de este comportamiento.

Un cuarto de siglo largo antes, Luis Lucía tuvo un sueño. Era un artista, y como tal tuvo la necesidad de hacer ese sueño realidad, ya que así sabía que haría feliz a mucha gente. Pensó en solidaridad. Pensó en multiculturidad. En fraternidad incluso. Pensó en cómo sería una película española con tanques de verdad. Pensó en musicales. Pensó en un poquito de propaganda. En finales felices. En negros. En la posteridad. Pensó en el futuro. Y lo pensó tanto que llegó a anticiparlo, situándose a la altura de grandes adelantados a su época como Leonardo da Vinci, Helenio Herrera o Jules Verne.

En Tómbola hay una escena en la que Joëlle Rivero, hija del embajador de Wakanda en España, se extravía mientras daba un paseo con Marisol. Ésta tiene la sospecha de que algún maleante de los que la persiguen haya podido secuestrarla, así que no duda en acudir al ejército español. Casualmente uno de sus batallones estaba realizando maniobras por la zona, por lo que Pepa flores no duda en (Atención): pararse frente al tanque, impedir que continuase su camino, subirse a él, y dialogar con el militar que conducía para que le ayudaran a encontrar a su amiga. Cosa que el tanquista, obviamente, no duda en llevar a cabo. Increíble, ¿verdad amigos?

Siguiendo el camino que nos muestra la lógica pura, nos conduce a dos posibles hipótesis:

1)- El ciudadano chino, conocedor de la obra de Lucía y profundo cinéfilo, aprovecha la oprtunidad que le brinda el destino para hacer un homenaje desinteresado a su película favorita. Lamentablemente no sale del todo bien porque el militar al cargo del tanque no debía ser tan cinéfilo como este estudiante desconocido.

2)- Luis Lucia sabía que los sucesos de la plaza de Tiananmen iban a suceder, por eso dejó cifrados, uno tras otro, los indicios de la tragedia: sabía que Marisol abrazaría el comunismo veinte años después. El estudiante chino tenía veinte años. Pensadlo. El cine español es, sin duda, mesiánico.




Pepa y Joelle, anticipadoras del drama

4 comentarios:

Fernando Sánchez Ortiz. dijo...

Anonadado me has, amigo.

Siempre pensé que lo de Tiananmen había sido una batalla entre estudiantes disfrazados de tanques y tanques disfrazados de estudiantes.

Vivir para ver.

Gamo P. dijo...

Si la teoría que esgrimes sobre el carácter mesiánico del cine español cuaja, no puedo esperar a que se lleve a cabo por ejemplo la profecía de El caballero del Dragón.

Y yo que hubiese jugado mis últimas fichas a que el futuro apocaliptico más factible iba a ser el de Waterworld. Tsk...

David Pallol dijo...

Ah Wakanda... Hermosísimo país de arraigadas costumbres tribales, entre ellas, celebrar el día de la independencia nacional (fueron colonia de Dinamarca hasta la Primera Gran Guerra del Bacalao; después pasó a ser posesión de la Duquesa de Alba) saliendo a las calles con machetes para rebanar las orejas de toda monja misionera que encuentran (entre las que siempre hay una vasca superviviente que narra las espantosas vicisitudes de la matanza para TVE por teléfono, con un sonido pésimo).
Otra cosa que me gustaba mucho del país era su gastronomía, de la que cabría destacar el plato típico nacional, el delicioso Mondongo, básicamente compuesto de papaya, hojas de plátano macho, hormigas devoradoras de hombres y carne de gorila de montaña...
Su sabor al principio resultaba chocante para un delicado paladar occidental, curtido en la comida basura, pero una vez que te acostumbrabas, estaba riquísimo.
Echo mucho de menos los años que pasé allí como agregado cultural de la embajada española, apoyando secretamente tres o cuatro golpes de estado...
Maldita nostalgia.

Chopenjagüer dijo...

Remitente: Obviamente un tanque no tiene nada que hacer contra alguien que domina las artes marciales y que ha desarrollado al máximo la técnica de la grulla o el mono borracho como cualquier ciudadano chino medio.

Pablo Gamo Miguel Bosé será el Mesías que anunciará la llegada de un Natxo Duato extraterrestre que liberará a la humanidad (es decir, salvo brasileños, argentinos, franceses e italianos todos los demás) ynos llevará a un mañana mejor. Ya lo verás.

David Pallol: y todo eso por no hablar de la monarquía wakandiana, elegida democráticamente tras una lucha a muerte con el espíritu del dios Pantera. Aunque hay que reconocer que el mondongo no tenía el mismo sabor después de que Dian Fossey fuera a estudiar los gorilas de montaña. Su carne tomó un extraño olor a sexo humano... o eso dicen las malas lenguas.