viernes, junio 10, 2005

Backstreet's Back

Miércoles, 8 de Junio de Dos Mil Cinco.

Sol de Justicia.

Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.

Siete de la tarde.

Piso bajo. Hojas rellenas con los horarios de exámenes de todas las filologías colgando de las paredes.

Una mesa circundada por cuatro chicas majas rondando el cuarto de siglo ataviadas con prendas de un pasado cercano. Pantalones de chandal, camisetas rosas cortas de talle al estilo Bakala. Chicas rebeldes que se saltaban la prohibición de fumar bajo techo en una Universidad so pena de multa de 600€. Parlotean alegremente.

Vuestro Héroe entra en escena. Saca una hoja y un bolígrafo de su mochila retráctil. Quiere asegurarse de la fecha, la hora y el aula donde asistirá a su examen de Norsk Sprak. Busca el horario, y se coloca de espaldas a las jóvenes-de-moda-anticuada con el firme propósito de apuntar esos datos e irse.

Pero algo pasó en medio de esta situación para que cambiase el plan. Escucha algo de esa conversación que atrae poderosamente su oído. Y aprovechando que tiene el papel y el boli a mano, recoge algunos datos de lo que está escuchando como siempre, en el plano más discreto de todos los posibles, mientras su pulso tiembla por la emoción. Son estos:

- Amiga puta ajena y/o ausente

- Concierto-reaparición de los Backstreet Boys en Colonia

- Enterarse de en qué hotel se alojan

- Alquilar habitación contigua

- Cepillarse a Nick Carter

- Repetidos insultos

El papel está humedecido por una lágrima que vuestro Héroe derramó mitad por la emoción, mitad por haber estado modiéndose los mofletes por dentro para intentar evitar partirse el culo en medio de esta amigable charla-coloquio.



Este es mi logo publicitario fetitxe. ¿Qué mejor imagen de marca puede tener una empresa que se dedica a vender productos de culto-al-cuerpo?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eu digo somente uma coisa, justiça da poesia!!

HA-Ha!

Chopenjagüer dijo...

Querido naitcrauler:

Como se nota que se va acercando el carnaval de Carlinhos Brown.

¡Qué puta pena!