lunes, julio 19, 2010

Suspender - Reiniciar - Apagar equipo

Retomo el bloj debido a una promesa que será desvelada si y sólo si consigo cumplirla. No había querido hacerlo antes debido a que, entre otras cosas, tenía un cierto miedo de enfrentarme, al repasar los diferentes posts que fui escribiendo, a los pocos cambios que ha sufrido mi trayectoria vital desde que empezó. Con seis años más de los que tenía cuando decidí abrir este espacio, no puedo decir que hayan cambiado muchas cosas en exceso. Sí, terminé la carrera. Sí, he orientado más o menos mi vida a grandes rasgos y tengo más o menos claro lo que quiero hacer, pero sin duda me parecen pocos avances para la cantidad de tiempo transcurrido. A grandes rasgos, continúo siendo el mismo paleto con estudios que reconoceríais en cada una de las entradas anteriores, pero con un poco menos, si cabe, de impulso juvenil que antes, y que empieza a presentar los primeros indicios de taras de señor mayor que se verán potenciadas en un futuro ya no tan lejano. Por seguir un modelo nickhornbyniano, haré con ellas una lista:

5.- La más completa de las indiferencias ante los nuevos avances de la industria tecnológica y/o cultural: ya sean teléfonos táctiles, ordenadores portátiles de última generación, películas ganadoras de varios Ojcar o hits rompepistas de los últimos grupos de moda del momento, pasan ante mis ojos como un par de pechos grandes y firmes por la cara de un lobotomizado. No niego su atractivo si cierta gente lo encuentra, pero desde luego no es para mí. Es especialmente claro en el caso de los grupos musicovocales, donde puedo casi asegurar no haber escuchado un grupo de nuevo cuño en los últimos dos años.

4.- Reticencias para conocer sitios nuevos: no es una cerrazón en redondo, pero sí me da una cierta pereza salir de las rutinas habituales y lanzarme a lo desconocido por las buenas, aunque lo desconocido sea algo tan prosaico como un bar de tapas, una sala de cine diferente o un centro comercial.

3.- Repetir en innumerables ocasiones las mismas anécdotas (generalmente con poco interés) a las mismas personas: tiene diferentes variables que también cumplo, como por ejemplo contar exactamente lo mismo que otra persona acaba de decir, repetir dos veces seguidas la misma cantinela por si acaso no se ha entendido bien la primera vez, y hacer tuya una anécdota que te ha contado la persona a la que se lo estás diciendo, donde se cumple una regla no escrita para el buen tirarrollos -plagia todo lo que puedas-, pero se equivoca la diana a la que se lanza el dardo.

2.- Respetar escrupulosamente las colas de los transportes públicos: si bien todos sabemos que las colas de los autobuses (sobre todo en determinadas paradas) son todo un descontrol, un sindiós y un vivalavirgen donde los más avispados de esta ley de la jungla municipal son los que entran primero, de un tiempo a esta parte noto una tendencia a aguardar el turno pacientemente; y lo que es sin duda peor, notar cómo se me endurece el cuerpo y se me hincha ligeramente la vena del cuello cada vez que alguien realiza la tres catorce para colocarse delante de mí. A veces tiendo a evitar dejarle hueco y obligarlo sin palabras a que pase detrás, pero de momento -afortunadamente- no he llegado al nivel de montar escándalos públicos al respecto.

1.- Hablar solo: más de una vez me he sorprendido a mí mismo vagabundeando por las calles de la capital del Imperio, farfullando entre dientes sin la ayuda inestimable (y que sirve de excusa juvenil) de un emepetrés para decir en tu defensa que estas canturreando un politono; al contrario, (todavía muy) de vez en cuando se escapan pensamientos reales en voz alta en las ocasiones menos adecuadas. De aquí a conversar con Manuel Torreiglesias al otro lado de la televisión o expresar con insultos la amoralidad de los personajes malvados de una telenovela cualquiera hay sólo una delgada membrana que atravesar.

2 comentarios:

David Pallol dijo...

Parece que por fin te animas a recujperar el tiempo perdido.

Ya era hora, caballero (verás qué pronto le coges tremendo gustito a que todos los empleados del sector servicios se dirijan a ti así).

Y nada, mi compi de cuarto en la residencia murió anoche de una apoplejía mutante (mutante porque tuvo algo que ver con una intoxicación de comida en la cena), así que ya he hablado con la dirección sobre ti.

Les he dado excelentes referencias tuyas, les he hablado sobre todo de tus fabulosas y coloridas camisas, que tanto animarían esto, y me han dado el OK, así que te guardo la plaza.

Y tranquilo, que en mi cuarto de la residencia lo más tecnológico que tengo es un viejo transistor con la carcasa naranja rota y sujeta con goma elástica.

Y ahora, repite como un mantra: a la vejez viruelas!

Chopenjagüer dijo...

En ello estoy D.P.; aunque el peligro de caer en las redes de la vagancia y la dejadez sigue estando bastante presente, estoy seguro de que en tu geriátrico de cabecera me dejarán llevar mi Olivetti Lettera 32 con conexión wi-fi. Se agradece tu apoyo.