miércoles, noviembre 10, 2004

Morituri te salutant

Sí, amigos e intelectuales; como bien os habréis dado cuenta todos, con este rimbombante título no se puede hablar de otra cosa más que del Circo. Hoy, en uno de mis incansables paseos por Renfe Línea C4 - Metro Líneas 3 y 2, me he encontrado de bruces con un cartel en el que dos tipos supergraciosos con las caras pintadas de blanco y rojo, con uuna bola redonda y roja en la nariz y una flor de plástico en la solapa nos animaban a todos de disfrutar de uno de los espectáculos de ocio que más han perdurado y calado en los corazones de los habitantes de las civilizaciones pequeñoburguesas de Occidente, quitando el lupanar: el circo. Una pena que hayamos perdido tantos valores que hicieron sobresalir Europa grecolatina; a saber: la pederastia, las termas públcas, la esclavitud y, sobre todo, un circo mucho más interesante que el que nos ha llegado hoy en día, con sus carreras de cuádrigas donde ganaba el que ponía el pincho más afilado en el eje de las ruedas; las peleas de gladiadores (con ese toque de barbarie en las vestimentas (o al menos por lo que he visto en las películas; no creo que el Hollywood clásico estuviese mal informado de estas cosas) que desembocaría en el siglo pasado en dos vertientes culturales diferentes: el Glam y el Wrestling), y, por supuesto, las peleas de cristianos contra toda clase de bichos, desde leones hasta cabras montesas tigres leopardos panteras gallifantes o lo primero que encontraran y que tuviera hambre. Seguro que las sociedades protectoras de animales del siglo II después de Cristo estaban más contentas que unas castañuelas. Hoy sin embargo en el circo vemos a una persona que mete la cabeza en la boca de un leon y éste no le muerde. ¿Qué clase de espectaculo de mierda es este?


El caso es que el cartel nos conminaba a que malgastásemos unos cuantos de nuestros escasos euros en una entrada para el Gran Circo Mundial, y para ello utilizaba un eslogan cuanto menos curioso. No sé cuantos creativos habrán estado estrujándose las mentes durante semanas de duro y farragoso brainstorming para acabar concebiendo este reclamo:


Ven al Gran Circo Mundial, y si te MUERES de RISA... ¡Te devolvemos el DINERO!



Voy a intentar pasar por alto el más que probable juego de palabras que se supone que daría sentido a la frase ("si estás muerto. ¿para qué quieres la pasta?" Estoy haciendo verdaderos esfuerzos por no reir, en serio), y me ceñiré al sentido más literal. Qué triste. Qué triste y que real; así se guardan bien las espaldas. Al igual que los del AVE te devuelven la guita si el cacharro llega más de cinco minutos tarde sabiendo que antes le cortan las manos al maquinista o le dan tanta velocidad al tren hasta que descarrile que devolver eso que para ellos es calderilla, los del circo se guardan las espaldas: ellos ya saben que vamos a ir a la carpa central a aburrirnos como ostras viendo como el tragasables traga sables, el comefuegos come fuegos, la mujer barbuda tiene barba y el equilibrista hace equilibrios mientras estamos más ocupados en que no nos escalen las liendres que suelen albergarse entre las gradas de esos sitios, o rezando porque la carcoma no haya consumido del todo la resistencia del banco de madera donde nos sentamos. Sinceramente, aun no entiendo cómo Ángel Cristo se puso en güelga de hambre por recuperar su circo. A saber qué coño le verá.


Un payaso del Gran Circo

No hay comentarios: